Archivos para 6 agosto, 2014

♥ NEVERENDING STORY

Publicado: 6 agosto, 2014 en Sin categoría

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estrella431UN EQUILIBRIO groupCLR

ENTRE LO BUENO Y LO MALO

PUEDE ABRIR LA PUERTA DEL DESTINOfarfalla_fata

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En toda mi vida había tenído con Mikel un brevísimo encuentro, pero desde entonces había pensado muchos momentos imaginándolo. Era como un trozo de canción que llevaba desde entonces grabada en mi mente.  Aunque, claro, algunas notas habían cambiado con el tiempo. Me saltó la duda de si sería él mísmo, pero me sentía tan tranquila que enseguida supe sin vacilar que lo había encontrado . . .

Mientras mi amigo saludaba a Mikel, yo me quedé detrás esperando mi turno. Tenía tanto miedo que pensé ¿Y si cuando intentara hablar mi voz no se escuchara? Mikel me miraba, pero no estaba segura de que él, hubiera reparado si quiera en mi presencia, me intimaba mirar en su dirección. Cuando mi amgio ocupó su lugar y empezó a hablarle, vi que me miraba con lo que yo creía que era curiosidad. Se me quedaron los pies fríos, pues toda la sangre se me agolpó en la cara.

– Que tal Mikel – dijo mi amigo – Esta es mi encantadora amiga, Nadia.  Estoy seguro de que alguna vez me habrás oído hablar de ella.

Era como un árbol y sus raíces o como un santuario y la verja que lo antecede. Yo si que había oído hablar de él. Pero nunca había imaginado que Mikel podría ser el mismo chico que yo había visto días antes en la avenida de la playa.

Bueno, pués le tendí mi mano y nos saludamos. Cuando terminé, me fuí al espacio libre que quedaba entre los dos. Mi amgo se ensarzó en una conversación mientras que Mikel, estaba callado, con una copa de vino en las manos. Una chica empezó a hablar con él, yo agarré una copa y me aparté. Para mi sorpresa, los ojos de Mikel giraron en mi dirección. Por supuesto a mi me entraron ganas de ver por mí mísma exactamente lo que estaba viendo él. Tal vez debido al tipo de luz del paranínfo, mi cara parecía brillar con el suave destello de la luz color martil. Me daba cuenta de que los ojos de Mikel no se habían movido, y mientras siguiera mirandome, yo no pensaba dejar de mirarlo. Y entonces, de pronto, la chica que estaba a su lado, se quedó en silencio. Me pareció que había dejado de hablar porque Mikel me estaba mirando a mí en lugar de escucharla a ella. Entonces me di cuenta de lo que pasaba realmente.

De quedarme alguna duda sobre si Mikel era realmente el hombre de mis sueños, ésta se había desvanecido al escuchar la conocida dulzura de su voz.

– ¿Es ésta la primera vez que asistes a una velada de boxeo, Nadia?

Yo había esperado una oportunidad para hablar con él, pero antes de haber cogido aire para contestar, todos dimos un respingo, pues una tremenda explosión sacudió el gran edificio. Giramos la cabeza, y la multitud se quedó en silencio, pero sólo era que habían cerrado una de las inmensas puertas. Me volví hacia Mikel para contestar a su pregunta, y estaba decidida a no dejar pasar esta oportunidad, aunque no le causara sino una leve impresión, al menos sería algo.

– Me preguntas que si esta es mi primera vez que veo una exhibicion de boxeo -dije-  Si que lo es, y te estaré muy agradecida por todas las explicaciones que tengas la gentileza de darme.

– ¡Pues mas vale que te vayas acostumbrando! – dijo –  Sobre todo porque no dejaré de hablarte durante toda la velada.

-Tienes unos ojos maravillosos – dijo Mikel -.

No podía mirar al suelo, Mikel quería verme los ojos. Ni tampoco podía mirarlo directamente sin parecer demasiado atrevida. Así que, tras deslizar la mirada a mi alrededor, como intentando guardar el equilibrio sobre una placa de hielo, finalmente fijé mis ojos en los suyos. Si hubiera podido hacer que mis ojos dejaran de ver; lo habría hecho, pues los rasgos de Mikel parecían moldeados bellamente en arcilla. Y me inundó una terrible idea, -¿volveré a ver a este hombre otra vez?-.  Nos quedamos inmoviles, callados, como si el tiempo se hubiera parado.Ví como sus negras pupilas se dilataban bajo el oscuro y espeso arco de sus pestañas, entonces me fijé en su boca que se abria ligeramente emulando una leve sonrisa. Me quedé paralizada, mirando sus gruesos labios, miestras que miles de mariposas revoloteaban en mi estomago y mi cuerpo comenzaba a temblar.

El silencio se rompió, y escuché su voz, que me hablaba muy lejana, como si yo estuviese en otro lugar; entonces pensé. . . Estoy aquí delante de él. Junto a él.

-Tus ojos, brillan de una forma sorprendente – dijo Mikel-. Parecia no importarle nada más. Sentía los ojos de Mikel en mi cara casi como si me estuviera acariciando. Y me roburicé, como se puede roburizar uno con el calor del sol. Me gustó que me admirara.

Yo esperaba que el primer asalto empezara. El público aplaudia y gritaba, pero Mikel se limitó a mirarme y explicarme:

-Verás que el del short negro, es el mejor boxeador que he viso, el otro tiene poca técnica.

Durante los asaltos que siguieron, estuve casi todo el tiempo con la impresión de que tenía un oído ligado a la cabeza y el otro al corazón. La mayor parte de lo que me decía Mikel, era interesante pero me distraia observando sus gestos al hablar. Durante un rato los boxeadores se pasearon fanfarronamente alrededor del ring. Cada vez que se miraban, se hacian gestos amenazantes y me imaginaba que eran como dos machos de una manada de lobos en celo maracando su territorio.

– Esto no va a durar mucho – dijo Mikel -.

Mas tarde, cuando regresabamos a casa, mi amigo, se volvió hacia mi excitado: Le has causado una muy buena impresión. Mikel – me dijo- no lo sabe pero está perdidendo el equilibrio. Y no va a recuperarlo hasta que no vuelva a verte.

– ¿Te ha dicho algo? – dije  yo- ¡Por favor!  ¡Por favor!  ¡Por favor!

– Pero ¿cómo puedes pensar ni siquiera un momento que voy a decirtelo? – dijo – No voy a delatar a un buen amigo.

– Tú lo único que tíenes que saber es que Mikel sigue interesandose por ti. Todo depende de él y de ti.

– ¿Le gusto? – dije – Esperando ansiosa su respuesta.

– Shhh ¡Chitón!. – dijo mi amigo poniendo una sonrisa pícara en su cara -. Probablemente ya he dicho más de lo que debía. Qué bien que hayas conocido hoy a Mikel.

He de admitir que cuando oí esto, sentí una inmensa alegría y se humedcieron mis ojos. Si alguien iba a rescatarme, quería que lo hiciera Mikel no ningún otro.

El recuerdo de la noche anteriror me envolvia y me puse nerviosa, deseaba volver a verlo.  Miré el reloj. Doce y cinco. Sonó el telefono, descolgué.

Hola, soy yo -dijo Mikel-. ¿Trabajas los sabados?

– Hasta la una, ¿por qué? – dije yo-.

– ¿Porque no quedamos  para comer mañana? – dijo –  En algun lugar público para que tenga que portarme bien.

Ya le había visto en público en el paranínfo la noche anteriór y no se estaba portando bien precisamente. ¿Y qué si no podia confiar en él? ¡Yo si que puedo confiar en mí mísma!

– De acuerdo – le dije – ¿Conoces el Rico´s, en el puerto?

Lo encontraré – dijo Mikel -. Te recojo en tu trabajo.

– ¡No! – le dije yo con voz grave-  Nos vemos allí.

– ¿No?. No seas cabezona deja que te vaya a buscar – insitió Mikel-

-¡Oh!. No pude resistirme y acepté su petición

A unos kilómetros carretera arriba había situado un mirador panorámico con un banco de madera situado bajo un agasajador framboiano. A las once en punto Mikel estaba allí, apoyado contra su coche, con los brazos cruzados y la nariz olfateando el viento. El sol era un disco brillante en el cielo vacío, pero hacía brisa, una brisa cálida. Delante de él, el inmenso mar azul llegando en rutilantes olas hasta la ciudad. Cerró los ojos y deseó que el tiempo, en ese momento, pasase muy rápido. En ese preciso instante deseó estar en un sitio, y no era donde se encontraba ahora. Estaba muy nervioso y necesitaba verla. Él se obligó a calmarse, e intentó relajarse. Volvió la cabeza contra el viento intentando calmarse, su pelo se agitaba como las hojas del franboiano. Observó inmóvil el mar y respiró profundamente. Le ayudó a relajarse.

El rostro de Nadia cruzó por su mente … Un rostro con forma de corazón, con una naríz recta y fuerte, y ojos como almendras tostadas. Cuando sonreía, su boca formaba un triangulo perfecto y sus mejillas se redondeaban. Pensó en su piel, color crema con algo de miel. En su fragancia, ligeramente especiada. Le gustaba su pelo suelto, largo, lustroso y tan negro como una noche sin luna. Deseaba tocar ese pelo con sus dedos. Sujetar su nuca con la mano por debajo de esa cortina brillante y aspirar su aroma. Totalmente única. No era probable que ocurriera. Pero eso no evitó que su corazón latiera más fuerte, podía sentir el deseo en las yemas de los dedos, el deseo de tocarla. Como deseaba verla ahora y no dentro de dos hora.

– Miré mi reloj mientras cerraba la puerta. Doce treinta. Una sonrisa nerviosa asomó a mi cara recordando la noche anterior, tenía tiempo de sobra para calmarme y esperar a Mikel.

Sonó el móvil

– Hola, soy yo – dijo Mikel -. Ya estoy aquí. Te espero.

Salí del edificio donde trabajo y como habíamos quedado, ahí estaba esperando. Oh, ojalá mi corzón no hubiese pegado ese salto cuando le ví.

-Pero como has llegado sin saber. . .  – le dije-

– Lo encontré – dijo-. Y sus ojos sonrieron mientras alargaba la mano para que yo la estrechara.

Muy bien -pensé-. Probablemente Mikel me estaba retando al ofrecerme su mano, yo acepté para poder sentir la marca de su mágia. Su mano envolvió la mía, grande, calienete y sólida. Sentí un agujero en el estómago. Mi respiración se aceleró, sentí que se me íba la cabeza y que me faltaba el oxígeno. Los músculos del interior de los muslos temblaron y mi mirada se fijó en su boca, en los dientes blancos y perfectos que asomaban entre los labios separados, como los tenía yo. Labios suaves. Yo deseaba tocar esos labios. Mis ojos coincidieron con los de él. Ví manchas de oro en los iris negros y las pupilas que se habían agrandado de pronto. Los triangulos rosáceos en las esquinas interiores de los ojos. Las pestañas gruesas y oscuras. Y la manera en que los parpados se habían retirado por la sorpresa.

Mikel dejó lentamente mi mano.

Por unos segundos nos miramos fijamente el uno al otro.

Mi corazón latía con fuerza. Mikel también respiraba rápidamente y las aletas de su naríz se habían ensanchado.

 ¡Dios mío! ¿Qué había hecho? ¿Cómo podia yo volver atrás y deshacer aquel gesto?

Mikel ropió el silencio.

– No creo que vaya a portarme bien -dijo-. Se volvió dejando su cálido aroma y abrió la puerta de su coche para que yo me sentara.

Ojalá mi corazón no hubiéra pegado ese salto -me dije-, mientras miraba a Mikel rodeando el coche sin apartar su mirada de mí.

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44b09-finalEstás en todas partes

Apareces entre mis libros

En las lineas escritas de las páginas

Esta es la respuesta a una historia interminable.

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